¿Qué esperan las mujeres de los hombres?
Lo que una mujer espera de un hombre, así como la relación amorosa que organiza con él, depende de la historia emocional que hayan vivido. Son muchos los factores que nos conducen a elegir a alguien determinado, la mayoría de ellos inconscientes. No somos, pues, culpables de nuestras desventuras amorosas, pero los hombres tampoco. Algunos de los anhelos que cualquier mujer pretende alcanzar en la relación amorosa son:
- Ocupar un lugar importante en la vida de un hombre.
- Que la amen por lo mejor de sí misma, pero también por sus debilidades. Cuando el hombre idealiza a la mujer, le exige demasiado y delega todo en ella dejándola sola.
- Ser deseada más allá de su cuerpo. La mujer anhela que el deseo que promueve esté asociado a su personalidad.
- Que la escuchen, porque ello conduce a la intimidad emocional.
- Ser ayudada en la función materna.
- Que su compañero considere que su libertad es tan importante e indiscutible como la de él. Si no es así, se entra en una relación de dependencia excesiva.
- A partir de la madurez, la mujer quiere despertarse al lado de alguien que le proporcione una vida tranquila.
- Comprensión para sus dificultades, pero sin paternalismos, confiando en que ella va a poder resolverlas.
- Estabilidad afectiva.
- Que la valoren y no la ataquen o descalifiquen aludiendo a su sexo.
- Que el hombre sepa pedir disculpas cuando se equivoca.
Una mujer se siente frustrada en relación a un hombre cuando espera de él mucho más de lo que recibe y sufre por ello. En tal caso, conviene que reflexione sobre sí misma. Fijarse en lo que la pareja no hace o en lo que más le molesta, no la ayudará a resolver su conflicto. La solución está en investigar sobre todo lo que le conduce a ella misma a organizar ese tipo de relación.
Aceptar las carencias
Marta tuvo que elaborar en una psicoterapia psicoanalítica los enfrentamientos que tenía con su pareja. Al principio, lo que creía que le había gustado de Raúl era que estaba pendiente de ella. Ahora esa atención se había convertido en un agobio. En su infancia, Marta se había sentido desatendida por un padre distante y duro que no pudo acercarse a ella. Cuando conoció a Raúl pretendía, entre otras cosas, aliviar esa carencia que no había podido aceptar. Las características de Raúl delataban lo que ella no había tenido. Pero en lugar de aceptar su deseo de atención, lo vivía como que él coartaba su libertad. Y desplazaba hacia su pareja el rechazo que había sentido hacia su madre, que la controlaba demasiado.
Cuando pudo desentrañar los deseos inconscientes y aceptar sus carencias y las de sus padres, comenzó a disfrutar más de lo que compartía con él. Marta esperaba de Raúl aquello que en cierta medida recibía y ahora se concedía el derecho a tenerlo. Se sentía querida y respetada en sus deseos, valorada como mujer, sin miedo a mostrar sus dificultades, si bien para ello había tenido que aprender a quererse de otra forma, aceptando sus debilidades y rebajando la exigencia que tenía sobre sí misma. Asumiendo, en fin, la distancia entre deseos posibles e imposibles.
Es muy probable que, en lo fundamental, hombres y mujeres no esperemos del otro cosas muy diferentes: que nos quieran sin críticas a nuestras dificultades; que nos respeten y valoren; que no nos pidan más de lo que podemos dar. Lo que quizá puede diferenciarnos es el modo de pedir todo esto, que sí es distinto en cada sexo.
- Las claves
Cuando la mujer pone todas sus energías en un hombre, tarde o temprano espera lo mismo de él. Como se trata de un pedido imposible, él no lo hará y ella se sentirá estafada. La mujer, en este caso, pide a su pareja que cubra vacíos afectivos que él no puede atender.
Además, esa dedicación excesiva constituye una forma de no enfrentarse a determinados aspectos de su propia vida. Se trata de una mujer dependiente, que oculta este rasgo intentando que él dependa mucho de ella, sobre todo en cuestiones domésticas.
- La palabra: el otro imaginario
La pareja ideal no existe. Esa búsqueda de perfección esconde una exigencia hacia el otro y una decepción cuando no cumple las expectativas.
La pareja imaginaria que nuestra mente inventa es necesaria para la satisfacción afectiva. Le adjudicamos un papel, pero debemos aproximarnos a cómo es la persona con la que estamos y no solo a cómo queremos que sea.
Una buena relación de pareja se basa en no esperar que nuestro compañero imaginario se haga real, ni en pedirle al real que sea fantástico.
Fuente: http://www.mujerhoy.com/psico-sexo/pareja/mujeres-hombre-ideal-907552092015.html
Fuente: ¿Qué esperan las mujeres de los hombres?.