Primero que todo hay que dejar claro que los estudios científicos que se han realizado hasta ahora coinciden en que la actividad física, cualquiera que sea, reduce la posibilidad de que tengamos un infarto, algo cada vez más común en el género femenino. También se sabe que las personas sedentarias tienen casi el doble de posibilidades de tener más enfermedades físicas y mentales. Por eso, la clave esponerse los tenis y comenzar cualquier tipo de actividad.

Cada vez es más frecuente ver mujeres practicando running (correr) o simplemente caminando. Pero, ¿qué es mejor?, depende de si eres obesa y llevas una vida sedentaria o quieres fortalecer músculos y mejorar la resistencia.

Caminar

– Es beneficioso para la estructura ósea, pues favorece el movimiento de las articulaciones y no representa un desgaste, que a futuro podría traer problemas.

– La espalda y la columna salen fortalecidas.

– Pero no se trata de caminar como si estuviéramos viendo vitrinas. Hay que hacer algo que implique un esfuerzo para el cuerpo. Si no es así, los beneficios se verán reducidos.

– Es un ejercicio ideal para quienes comienzan a ejercitarse. Además, es de bajo impacto, recomendado para alguien obeso que quiere empezar a perder peso.

– Con el paso del tiempo y la práctica continua (elevando la velocidad y la frecuencia), la caminata rápida reportará una quema de calorías mayor.

– Combate el estrés.

Correr

– Quema más calorías que caminar, aunque la diferencia puede ser mínima.

– Si la intención es fortalecer los músculos y mejorar la resistencia aeróbica deberás correr más de 30 minutos.

– Ayuda a controlar el peso.

– Disminuye la celulitis.

– Fortalece los huesos.

Expertos señalan que caminar o correr 30 minutos diarios supone un gasto de mil calorías por semana. Lo mejor es asesorarse con un especialista que nos vaya indicando qué es lo más conveniente para conseguir nuestros objetivos.